martes, 4 de enero de 2011

la tierra fecunda es infinito
de adentro hacia afuera, la unidad
de los siglos por los siglos
trasa el orbe de las galaxias en el arpa
desafinada por pensamientos de viento
rencoroso, la cascadas sensatas
santifican las cuerdas para darle sensación
bienintencionada.
el sueño se explana por la llamarada
de caricias eternesidas, la claridad de esta
hace que se conforte a mi lado
el humano de aullido ensordecido.
la marea es sangre, sus huéspedes;
frutos brotantes de cara a cara para el
cruce separado en la esquina del
desbocado corazón, la rabia
es el tamaño oxidado de la alegría
o el volar de un punto al otro de la acides
desinivida.
llorar es hablar en el parque enfriado
por la voces hirientes,
delirio es que se caigan las hojas roídas
por el viento malagradecido.
las rocas te romperán
los huesos calcinados
por culpa del odio mutuo
de la mentira mal vivida
en el cráneo taladrado,
tu reflejo vi sufrir en el espejo
escrito en las orquídeas rebeldes
que florecen al mediodía,
el astro te recomendara
que la sangre la dejes correr
a la desenvocadura de su silencio.
dolor te encontraras
en las escaleras de madera podrida,
en el pasillo arrugas se harán.
la madrugada se perfora
en el manto naciente de la flor aromatizada
para que el farol lo recicle.

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